Empezaremos este artículo advirtiendo que quizás está más enfocado a diseñadores web que a diseñadores gráficos o tipógrafos. Con todo y con eso, en el mundo plagado de internet en el que vivimos consideramos necesario el conocimiento de este pequeño handicap de la red.
El término “fuentes segura web”, es obviamente una (mala) traducción del inglés “web safe fonts”. Dedicaremos otro artículo a explicar lo de la traducción y nos centraremos en ver más de cerca esto que pasa con las letras en internet.

Cada letra se muestra en una fuente segura web
Como “fuente segura web” entendemos el conjunto de familias tipográficas que pueden ser usadas en cualquier página web sin problemas. Pero ¿por qué debería haber algún problema con una tipo? Esto se nos muestra claramente si nos fijamos en el repertorio de tipografías que tenemos en el ordenador. Seguramente serán bastantes, muchas o muchísimas; pero, pensando un poco, sabremos que hay otras tantas pululando por el mundo digital. Con esto concluimos que no todo el mundo tiene el mismo catálogo de tipos.
Si al hacer una página web decido que mi texto debe mostrarse en una tipo que el usuario visitante del sitio no tiene, éste verá otra diferente. Esto es un problema enorme cuando creamos un diseño pensado para una tipo (que tiene sus tamaños propios, su tracking propio, su grosor…) y luego se ve con otra distinta; el diseño se pierde en el camino.
¿Qué hace una font sea segura? Pues que la tengan todos los usuarios visitantes. Simplemente. Parece que la lista sería larguísima, pero no es así. Pensemos en los sistemas operativos del usuario. Hay quien usa Leopard, quien usa Windows 7, quien usa Windows XP… Cada uno de estos sistemas viene con un conjunto de tipos bastante reducido. Si creamos un conjunto que englobe las tipos que coinciden en cada sistema nos quedará una lista de tan sólo 11 fonts: Arial, Comic Sans, Courier New, Georgia, Impact, Lucida, Palatino, Tahoma, Times New Roman, Trebuchet y Verdana.
¿Cómo solventar esta limitación? Pues si diseñamos mediante hojas de estilo (¿cómo si no?) podemos decidir que el texto no vaya unido a una tipo sino a varias familias de tipos. Para aclararlo, si quiero que mi página use una “Rockwell”, por ejemplo, debo decirle al texto que use “Rockwell”, pero que si no la encuentra en el ordenador del usuario ponga una “Memphis”, si no una “Egyptienne” y si no una “Courier New”, por último, si todo sale mal, que ponga una “Sans serif” genérica. Así solventamos ligeramente la limitación, pese a que tampoco es una gran solución… internet es así: demasiada información como para poder contenerse a sí misma, y sin embargo lo hace.