Como vimos el otro día, Maximilien Vox decidió hacer una primera clasificación de los tipos a mediados del siglo XX. A partir de las formas de las letras, el bueno de Vox se decidió a encontrar esas características que se repetían en unos cuantos grupos de familias tipográficas y a partir de ahí estableció su categorización. Curiosamente, el desarrollo inherente a la historia no ha dejado obsoleta su clasificación, aunque cada vez existen más tipos inclasificables; mostrando así lo individualista de nuestra época.
Encontraremos clasificaciones y subclasificaciones diferentes a la por nosotros ofrecida, pero consideramos que puede ser la más cómodo en el momento histórico en el que nos encontramos. Así, diferenciaremos las antiguas en venecianas y garaldas pero no haremos otras distinciones como las jónicas y las mecanográficas dentro de las egipcias. Creyendo que no siempre la clasificación más escrupulosa es la mejor nos disponemos a destripar las características intrínsecas a cada una de las categorías de las que se compone el tipo de letra Roman. Recordemos que las romanas suelen utilizarse para el cuerpo del texto, se han entendido siempre como las más legibles (siempre, antes de la era de la informática). Son el grupo de tipos con más familias y se puede decir que la calidad descriptiva de sus caracteres suele superar a las góticas.

Centaur, Garamond, New Baskerville, Bodoni y Serifa
Veneciana: Estos tipos vinieron a reemplazar la letra block, cuando el poder pasó de Alemania a Italia. Las familias de esta categoría imitan la caligrafía escrita con plumilla. Esto lo vemos en lo marcado del eje oblicuo o el alto contraste entre los gruesos del trazo.
Garalda: El barroco y el movimiento manierista suavizan los rasgos más característicos de las tipografías venecianas hasta dar con este nuevo tipo de tipografía. Su nombre viene de la fusión de los términos Garamond y Aldo.
Transicional: También las conocemos por neoclásicas o racionalistas. Este tipo de letra tiene un contraste menos marcado que el de los tipos anteriores. Las diagonales suelen converger en puntas planas o triangulares. Su nombre se debe al momento de su aparición, entre las Garaldas y las Didonas.
Didona: También llamada moderna, clasicista o empire. Su nombre proviene de la combinación entre Didot y Bodoni, las familias más paradigmáticas de su especie. Son reconocibles por el altísimo contraste entre sus astas finas y gruesas, así como por sus remates finos y sin cartela. Su popularización llegó a finales del siglo XVII, reflejando los ideales expresivos del romanticismo.
Egipcia: Este tipo de letra, también llamada slab serif, mecana o cuadrangular, está a caballo entre las didonas y el nacimiento de las góticas. Se distingue por sus remates, muy grandes y cuadrados. Su aparición se debe al comercio. La Revolución Industrial requería tipografías más grandes, más vistosas y más gruesas para sus titulares. También intentaron llevarlas al ámbito del diseño editorial, pero de su fracaso derivó la escisión entre clarendons (o jónicas), con cartelas, y las mecanográficas, sin cartelas.
Vista esta clasificación, podríamos generar también una categoría donde entrarían las slur serif (con las serifas infladas), o las wedge serif, sin rectas. Esta nueva categoría formada por categorías atípicas, comúnmente llamada “otros” decidimos atribuirle el nombre de serif, debido a la característica fundamental de los tipos roman.